Todos lo saben, menos nosotros.

                                       Todos lo saben, menos nosotros.

foto: Ben Mack- Pexels

Cuando los árboles caigan ya despojados de sus hojas, cuando los amos de la tierra retuerzan sus tripas llenas de manjares indiferentes, cuando la luna calle para siempre y no existan ya poemas de amor ni de gente que admiren y recuerden la dulzura de la palabra pura y sin manchas, cuando las voces de los pájaros sean mudas y no haya nidos en las copas de los bosques y las nutrias recorran las calles desiertas sin encontrar un charco de agua donde pescar.

Recién entonces parece ser que el hombre entenderá que yace muerta la esperanza, y nadie quedará con lágrimas, que secas ya de tanto llorar; comprenderá recién que solo quedará pedir perdón.

Perdón por la ignominia, por la arrogancia, por la ciega ambición y la desdicha y el dolor causado a sus semejantes.

No nacerán seres vivos y los hombres morderán el polvo que todo lo cubre, sobre todos los bellos recuerdos y el amor haya partido de aquí por un tiempo, ya que regresará un día porque en amor es eterno. Ese será un día inesperado de regreso y manifiesto, blanco y puro, resuelto y abundante en cada nuevo ser, cada instante nuevo será y la vida renacerá en todo y las miradas recorrerán la faz donde millones de "yo" muertos, han desaparecido para siempre.

Porque la luz del amor nunca muere y lo sabe quien recuerda, y lo saben los niños que relucen de pureza. También lo saben todas las bestias y las plantas y el agua. Todos lo saben, menos nosotros.

Aunque me apoyo en mis sueños, mis manos caen cansadas y los tendones de mi corazón se rompen al encontrar las miradas vacías y sin consciencia de lo que nuestra vida realmente significa. 

Del amor nacemos y al amor regresaremos en el instante que nuestros motivos sean dar y no esperar solo recibir. JP. 11 julio 2023

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