Todos lo saben, menos nosotros.
Todos lo saben, menos nosotros. foto: Ben Mack- Pexels Cuando los árboles caigan ya despojados de sus hojas, cuando los amos de la tierra retuerzan sus tripas llenas de manjares indiferentes, cuando la luna calle para siempre y no existan ya poemas de amor ni de gente que admiren y recuerden la dulzura de la palabra pura y sin manchas, cuando las voces de los pájaros sean mudas y no haya nidos en las copas de los bosques y las nutrias recorran las calles desiertas sin encontrar un charco de agua donde pescar. Recién entonces parece ser que el hombre entenderá que yace muerta la esperanza, y nadie quedará con lágrimas, que secas ya de tanto llorar; comprenderá recién que solo quedará pedir perdón. Perdón por la ignominia, por la arrogancia, por la ciega ambición y la desdicha y el dolor causado a sus semejantes. No nacerán seres vivos y los hombres morderán el polvo que todo lo cubre, sobre todos los bellos recuerdos y el amor haya partido de aquí