La Sabiduría


La Sabiduría







La sabiduría es única a cada uno, podemos coincidir en muchos aspectos
que los demás compartimos, como la ética, la moral, la sensibilidad a las
injusticias obvias, como los asesinatos, raptos, violaciones y agresiones físicas;
pero también a las violaciones a los derechos humanos...
Por tanto coincido en esos aspectos; pero no coincido en lo que se refiere a la sabiduría personal, íntima, donde cada ser almacena sus propias experiencias. Seguramente sorprendería a más de uno, si tuvieran experiencias
donde los umbrales normales donde convivimos la mayoría, fuesen derribadas
y fuéramos un poco más allá y no me refiero a las intuiciones ni percepciones solamente, sino literalmente atravesar los muros que nos separan del
universo de lo imposible, lo indecible he indescriptible, porque no existen
parámetros comparables, no existen más que referencias , mitos o leyendas
de cosas y casos extraordinarios que nuestra humanidad ha vivido.
Sin embargo hay excepciones a las reglas naturales de este mundo, donde
algunos hemos podido ver y comprobar cuán poco sabemos en realidad de
todo lo que nos rodea, cuanto ignoramos y estoy convencido que así debe
ser sin remedio.
Es allí donde tu sabiduría choca con los límites antepuestos por las leyes y
criterios humanos; donde no tienes pilares que te sostengan más que tus
certezas, tus vivencias y tu propia y especial experiencia y por tanto tu
sabiduría es difícil de integrar, de compartir y transformar el mundo.
Así como ignoramos estas cosas, ignoro cuál es el plan universal, el porqué
de las cosas, las respuestas del futuro, de los acontecimientos a devenir y
las consecuencias para toda la raza humana por nuestro accionar y nuestros
errores.
Errores totalmente evitables, plausibles y tan simples como increíbles.
Construimos una civilización fundamentada en experiencias que nos cuenta
la historia; mitos y leyendas que se convierten en religiones y dogmas;
pero que ignoramos y despreciamos cuando nos apoyamos en nuestros
propios caprichos y deseos mezquinos; es entonces cuando nos olvidamos
de las promesas, donde
no importa como consiga lo que quiero, si me salgo con la mía; solo
volvemos a apoyarnos en esos pilares cuando no encontramos soluciones
lógicas, entonces oramos, pedimos imploramos y suplicamos que el destino
nos salve, nos cure, nos ilumine, nos guie, nos solucione, nos conduzca por
el camino correcto.
Todo es tan simple, que por esa simplicidad, nos es tan difícil cambiar y
transformar el mundo para siempre; solo bastaría con dejar de mentirnos,
de engañarnos, de decir la verdad, de pensar en el otro y no hacer daño a
nadie, sino ayudar, cooperar, aportar cosas positivas, prácticas e
innovadoras, pero siempre para el bien del ser humano.
Solo cuando nuestra conciencia se ilumine un día y descubramos lo
equivocados que hemos estado, lo infantil de nuestros actos capciosos,
no podemos pedir un cambio. Porque el cambio debe ser nuestro primero;
honesto con nosotros mismos y luego con los demás; entonces sí que
todo es posible, todo se transformaría instantáneamente, no habría nada
que nos dañe, ni ricos, ni pobres, ni banderas, ni fronteras, ni religiones
separatistas, ni hambre de amor, ni sed de venganzas, ni ídolos abstractos,
ni sombras que nos asusten, ni guerras, ni odios.
Algunos hemos tenido la oportunidad de ver; eso no es ninguna hazaña,
lo sé; lo heroico es que aunque no te haya ocurrido, aunque no hayas visto,
en el fondo todos sabemos quiénes somos en realidad, el mundo está
como está, porque aún algunos siguen creyendo que una mentira más
no hace daño, ya que la mayoría lo hace; o peor aún…
Que es una cuestión ajena a nosotros y que dependerá de quien o
quienes nos gobiernen o nos dé
“El sermón este domingo en una iglesia o templo”.
Por favor comienza a cambiar, a no mentir y hacer cómplices a los demás
de tus propios errores y así sabrás que nada de lo ocurrido hubiese
sucedido y verás cómo en verdad cambia y se transforma en el mundo que todos soñamos.
JP. 24 Setiembre 2017

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