Vergüenza
Vergüenza
Nacidos todos en esta bendita tierra, iluminados bajo el
mismo sol, acariciados por los mismos vientos. Bebiendo las mismas aguas y
respirando el mismo aire, todos pisando el mismo suelo aunque en diferentes
latitudes; todos sin excepción, todos y cada uno de los que hubo, los que hoy
habemos y los que seguramente habrá en un futuro.
Todos formamos parte de lo mismo; desde que el mundo es
mundo tenemos la sensibilidad de captar el entorno, tenemos la inteligencia que
nos permite crear para mejorar la vida en común; somos capaces y poseemos una
misma energía que nos impulsa y nos permite experimentar la vida en general.
Sin embrago siento una gran vergüenza, porque no entiendo y
nunca entenderé el porqué.
¿Por qué nos dividimos, nos separamos y nos esmeramos en
diferenciarnos en tantas cosas? Siendo que sería tan fácil la vida para todos.
Tenemos todo para ser felices, incluso más aun de sobra para
cada habitante del planeta; todo es abundancia, todo hay por demás. Tantos
medios, tantos alimentos, tantos productos que existen naturalmente para la
subsistencia de la especie humana, animal y vegetal de toda la tierra.
Siento vergüenza y mucho me duele que habiendo vivido la
mayoría de mi vida útil como humano, veo que no queremos entendernos, que solo
nos importa nuestro pequeño círculo un minúsculo circuito de personas que la
mayoría las necesitamos y solo por eso las mantenemos dentro del círculo y
mucho más reducido aun es el círculo del amor que sentimos por muchos menos
seres que nos rodean.
Duele y no lo comprendo, no puedo hacerlo; he sido cómplice
de todo esto que hemos creado y la mayor parte de mi vida lo he sido. Hasta que
un día tuve mi propia epifanía…
Esto me convirtió en un afortunado por un lado y así lo
sentí, pero también me dio la sensibilidad del dolor más profundo por todo
nuestro planeta, por toda nuestra sociedad civilizada. Me da vergüenza, no me
permite ser feliz, no puedo serlo ¿Cómo podría?
Viendo que cada día que pasa seguimos matándonos,
traicionándonos, mintiéndonos y creyéndonos cada uno con derechos sobre el
otro.
Justificando el odio con violencia, por las injusticias que
otro comete y a la vez cayendo nosotros mismos en más de lo mismo. La violencia
nunca se justifica, nunca se excusa.
Así sean genuinas nuestras razones, nuestras vivencias y
nuestras carencias; nunca se justifica se sepan o no; sean públicas o
conspirando en las sombras. Nunca se justifica, nunca, nunca.
¿Banderas? ¿Fronteras? ¿Colores de piel? ¿Posición
económica? ¿Por qué me han robado?
¿Porque me han mentido? ¿Por qué es injusto? ¿Guerras?...
Duele el alma, siento frio en mi corazón, mi cuerpo me duele
y mi llanto revienta desde el fondo de mi ser al ser testigo de la barbarie
cotidiana, que aunque común y completa, no es normal; nos hemos acostumbrado a
vivir así ¿Esto es la vida? No; no lo es para mí y seguramente para nadie,
porque en definitiva ¿Quién es feliz?
¿Quién gana con esta forma de vivir? No basta con mis
letras, seguramente no cambie nada; nadie cambiará por mí, ni por más verdades
que exponga, por más lágrimas que derrame, no cambiará. Hasta que no asumamos
que depende de cada uno, de cada ser medianamente consciente, cada pequeño acto
individual; se vea o no; tú lo sabrás así como sabes cuándo actúas bien o
cuando actúas egoístamente.
Si estás harto, cansado de tanto dolor e indiferencia; por
favor comienza ya, no esperes más porque todos necesitamos de todos para ser
felices para siempre. JP.
Jueves 3 mayo 2018
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