Los del Olímpo
Los del Olímpo
Anquilosado
en las batallas de la espera, recobra el tiempo improvisto de mesuras
y desmedidas.
Nadie
sabe desde donde y hasta donde esparce el aire tus memorias ni
siquiera miran con respeto, que no sabes hacia donde partir cuando no
encuentras palabras que te salven de morir sin mis memorias, no puse
el ave solitaria entre las sombras; desquicié mil demonios y supuse
que llegarías despacio y sin miedo hasta mi, a pesar de las horas
terminadas y los destinos oscuros, siempre creí en tu búsqueda de
la verdad, en que querías que pasara por la vida dejando atrás mis
memorias entre los nuestros y enseñarles que siempre hay nieve en
primavera y que sin embargo nunca se olvidan los recuerdos que te
dieron alegrías, soportaste tormentas y desquicio , navegaste entre
la bruma y sin entrar a ningún puerto continuaste el viaje hacia
adelante confiando en que soplarían los vientos y te llevase a un
lugar seguro.
Sin
embargo no fue así; ahora que despierto entre lisonjas, ahora que me
debo abrazar sin sentir miedos, no puedo madrugar entre las hojas y
sentirte aquí a mi lado como es hora.
Traspuse
mis altos sueños a tus caprichos y desoí tu voz que en mi alma me
rezonga, no puedes pretender que no me esconda por no ver tu rostro
enrabiado por mi historia, si quisieras ponerme en lo alto ya de
sobra de entre manos tienes tiempo, no purgues los honores que he
entregado, ni si supiera que aún en mí tu te has fijado, porque no
soy el hombre que hace obras, solo soy un charlatán muy despistado,
que busca y rebusca entre tus notas y oye de ti mil cosas bellas,
pero no pasa por aquí aquel bello coche que me lleve a volar por las
altas esferas de las noches, tachonadas de estrellas con su brillo
que embellece el espacio que tu donas.
Nací
de parto de una madre y lloré en las noches de miedo y de frío,
también cante cuando tu nombre era bueno y sentí que me cuidabas
mis cabellos; ahora aquí estoy postrado en esta tierra, esperando
aún que me des forma, pasarán las nubes azuladas por mi casa y sin
mirarles les diré que te equivocas, porque no sé vivir entre
quebrantos, porque no puedo seguir sin estas formas, donde pequeño
en mis sueños me llevaste y que después de grande no tienen forma.
Las
naves que en paz sobrevuelan por las noches me retuercen de envidia
por no ser ellos, los que miran del espacio a los hombres ,los que
velan por doquier a quienes obran; los humanos son apenas unos
hombres que no sabemos más que lo que hacemos y no podemos alcanzar
divina gloria, si ni tu ni nadie nos enseñaste a poder gobernar
nuestras mentes y no sabemos que hacer con las victorias , sin antes
caer en poderíos de sentirnos dioses, al igual que los que viven en
el monte Olímpo, despreciando a los demás como de sobras. JP.
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