Tristemente célebre


Tristemente célebre nuestro mundo, por los quehaceres de sus ciudadanos, los que saben quieren cambiar y conocer otras formas más dignas de vivir. Los que no lo saben pretenden seguir indefinidamente sobre los arco iris de la soledad, del egoísmo absurdo y absoluto; basta con mirar sus ojos y descubrir que sienten indiferencia ante el dolor ajeno y se afanan en no sentir además vergüenza.

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 A los que llaman perdedores los esquivan porque son contagiosos, a los pensadores los desprecian porque son  como las algas marinas que viven en el fondo y perciben las corrientes invisibles que ellos no captan; de vez en cuando los usan para exprimir su sabiduría en algo que los beneficie; a los artistas los embriagan con billetes y utilizan algunas de sus obras más cotizadas para colgarlas en sus baños. con el desprecio más denigrante posible para demostrar que se cagan en todo.

Así en esta menestra de pángalos y cenísteros embriones del holocausto superviven los que acarician el aire, los que alfombran los campos con sus manos cultivando la tierra con respeto, los que manejan las máquinas en las fábricas, para que aquellos llenen sus casas de productos que ni usan.

Sostén de familias hipócritas con rancios nombres y estirpe  macabra y displicente. Perduran en las sombras destripando manjares y sorteando las leyes comunales.

Aprieto mi cuerpo con mis brazos queriendo consolarme del  infame paso por el mundo, no quisiera despedirme sin encontrar en los hombres, una tregua desarmada, sin espinas enclavadas entre las hojas ni cuerpos acabados a base de tijeras y de momias. 
Marino simple de barcos naufragados sostengo mi bandera blanca y la agito  deshilachada sin resultados de esperanza. 

No pretendo hacerte reír ni llorar, tal vez aunque no creas hay alguien que pide por todos, no sirve aventajarse de los hombres mansos, ni es orgullo pisotear a un caído por estas frías guerras.

Lo que en verdad vale es resurgir de entre las aguas y navegar sin espacios, libre y solitario es mi nombre porque yo te llamo y no respondes, acuéstate, piensa y pregúntate  ¿Qué sería el mundo sin nosotros? 

¿Quién te haría emocionar de vez en cuando, quién te haría los manjares, quién limpiaría tus dominios de inmundicias, quién velaría por ti sin sustentos? ¿Cómo notarías que amanece si alguien no madrugara por ti y retratara los milagros cotidianos?
¿Cómo sería un mundo sin amor y sin perdones?

¿No has hecho ya más que suficiente daño?¿Que más necesitas quemar?¿Hasta cuando llenarás con codicia  tus alforjas?¿Pagarás con todo esto más tiempo de vida en la tierra?¿O acaso morirás como el igual que limpia tu inmundicia?

Nacemos para vivir, disfrutar, soñar y ser felices, no estropees mi camino que vine a dar un paseo y tú me lo has estropeado, con todo esto te vuelvo a llamar para que abras tu alma y recicles tu mirada. JP.









  

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