"Tiempo de escuchar y hacer silencio."


"Tiempo de escuchar y hacer silencio."


Si pudiéramos escuchar lo que los árboles hablan entre sí, si pudiéramos saber ¿Qué dice la hierba? Si pudiéramos escuchar lo que los vientos cuentan al pasar por los desfiladeros de las montañas.

Si de pronto un día las montañas dejaran de acumular nieve blanca y pura y dejaran de rodar ladera abajo haciendo que los ríos se secasen y así los mares porque no los nutrirían con sus aguas dulces, se rompería el equilibrio, así no podrían sobrevivir y en poco tiempo se salarían en demasía haciendo que el agua se evapore rápidamente y desencadenaría una disminución de sus aguas ,tanto que podrían acabar muriendo los mares y océanos del mundo. 

Por lo tanto toda vida que antes vivía bajo su superficie perecería en cuestión de horas.

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Si las flores silvestres se negasen a abrir sus pétalos a falta de lluvias, si las abejas murieran de tristeza e inanición por no poder llenar sus patas el polen que les proveen.

Si los campos rompieran su juramento y no quisieran dar más frutos, todo lo que no sabemos todo lo que ignoramos o damos por cierto caería en cuestión de días y toda vida humana, bestia o flora moriría.


Solo el silencio reinaría, solo la faz desierta sin cantos ni trinos, sin bufidos ni baladas; los lobeznos muertos de hambre en las madrigueras y los cánticos del hombre callarían para siempre.


Los nativos y los sabios antiguos sabían escuchar a la tierra, ellos podían dialogar con su esencia, sabían con certeza que año vendrían buenos para cosecha o cuando debían guardar sus granos para pasar la escasez.


Así fuimos todos los hombres en los inicios, escuchábamos el viento, olíamos la lluvia aproximándose, percibíamos peligros lejanos acercándose con solo posar las manos en el suelo; así el hombre logró dominio sobre ella. Y ella se brindaba sin recelos.


Ahora ha llegado el tiempo de devolverla algo de tanto de lo que nos fue dado, hacer que descanse y se regenere su ceno, permitir dejar a los mares recobrar sus cimientes, que todos los animales del mundo recuperen su libertad y sus senderos ancestrales.
Así como las plantas revivan alegremente convirtiendo desiertos en vergeles y los ríos se limpien de impurezas tóxicas, recuperen los nutrientes para alimentar sus peces.


Describir lo que nace desde el centro, las voces que hablan desde el etéreo nos piden que escuchemos, que volvamos a mirar piedras adentro, los recodo del camino sin sus nombres escritos pero sí sus voces quedaron en suelos bellos, no mancharon con su sangre las raíces que profundas se ocultaron y así nos resguardaron de morir todos ahora, nos proveyeron de sales, de frutos y de su aroma, de semillas nuevas que el viento alza y siembra más allá de los lindes del terreno propio, sirviendo además a muchos otros sin mirar de quien es esto.


Sentado sobre una piedra me he puesto a pensar y he descubierto...
Me pregunto ¿Y si lanzo mi amor al cielo y que los vientos lo lleven como semilla sin dueño? Porque solo soy parte pero no dueño.
¿Porqué no hacerlo si lo siento?


Para sembrar en tu alma sedienta del calor que siento al nombrar amor al descubierto, para que prenda en tus manos y tu también lo hagas y plantes tus sentimientos de pura raza humana hija del sol y del amor eterno. JP.


Foto de Paul Kerby Genil en Pexels

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