Puedo despedirme
Puedo despedirme
Lo más difícil de todo es despedirse de las invisibles cadenas que nos atan a todas las cosas que amamos; sostener el cielo con las manos no es posible de la misma manera que sostener las amistades o sostener las sonrisas de tu simiente.
No nos es posible capturar un momento de la vida porque todo gira pasa y nunca se detiene, las viejas fotos plenas de nostalgias, la música que nos emocionó, las mascotas de mi niñez que aunque tuve muchas todas me dejaron su recuerdo individual, los aromas de un cuaderno nuevo un lápiz o el perfume de tu primer amor de juventud; la memoria del recuerdo de un instante un momento en la carrera del desierto que cada uno va llenando en su camino con hierbas flores o espinas un poco de esto y otro poco de aquello.
Puedo despedirme de casi todo y aprender a soltarlo para siempre, la bicicleta que tanto querías y ya no está, las meriendas que tu abuela te preparaba al llegar de visita a su casa, aquella vieja camiseta que tanto nos gustaba y que un día llega que debes dejar atrás o tu vitalidad impetuosa corriendo todo el día de arriba a abajo en busca de aventuras o simplemente porque necesitaba gastarla porque esa energía te empujaba a explotarla. Pude despedirme de casi todo sin mucho esfuerzo.
De lo que todavía no puedo despedirme es de un sueño y es poder experimentar y vivir en un mundo pleno de paz y armonía donde solo se rinde culto al amor en todas sus facetas y en todas sus expresiones.
El amor salva, cura y deshace lo cruel, lo vano y lo injusto.
Dulce como el mejor néctar y trasgresor de las leyes humanas pues no de dobla ni se quiebra ante nada ni nadie, porque el amor es savia de vida y es la razón única y verdadera del porqué tu y yo estamos aquí.
No para saldar deudas ni para pagar con castigo lo que antes hemos hecho, sino por el simple hecho de experimentar la vida terrena disfrutando de todos los sentidos y dones que poseemos hasta agotarla y al soltarla para llegar a casa donde todo comenzó y donde todos arribamos tarde o temprano.
Allí siempre es hora y todo está dispuesto para nuestro arribo, no sentirás más miedos ni ningún pesar aqueja, todo es paz y descanso y lo más importante... Que el amor es luz y eres tú y yo mismo desplegado sin reservas ni mezquindad. JP.
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