«O mío o de nadie más»


                      «O mío o de nadie más»



foto: Julio Perdriel



Las facultades humanas se resienten de ver las clases diferentes y nos separa de la unión utópica de la raza humana como un todo.



Nos hemos creado un mundo tan reducido de igualdades, donde un selecto grupo de egoístas miedosos no dejan entrar a cualquiera, y como en un club privado pero, a nivel global, los enriquecidos hombres materialistas han asegurado sus propios banquetes y los asientos reservados no permiten al común mayoritario sentarse a su mesa aunque tiene servidos manjares de sobra que desperdician despreciando sin respeto ni agradecimiento los alimentos que disponen.

Esto solo crea odio, sufrimiento y matanzas absurdas corriendo tras las pocas monedas que dejan sueltas, a cambio de traiciones, prostitución y muertes inútiles.

Nada es parejo, casi nadie sabe pertrecharse de instrumentos válidos para alcanzar la tan ansiada paz, que en definitiva casi nadie o muy pocos consiguen experimentar a lo largo de sus vidas.
Casi siempre buscamos atajos, poder llegar a conseguir seguridad en nuestros caminos donde moran tantos tránsfugas, maleantes y despiadados asesinos del amor supremo.

No saben o no conocen que pueden hacer mucho más por los demás y que la igualdad no significa quitar derechos, sino todo lo contrario. Seguimos peleando la vida como si todo fuese una batalla de ganar o perder, sin darnos cuenta de que la vida es un don entregado a todos por igual, donde la llave del éxito solo tiene una puerta esperando para abrir.
El amor no es condena, ni sufrimiento, ni dolor, ni poder material.
El amor sostiene entero el todo y los pocos que lo consiguen no sirven a estos ciegos ignorantes, pues ellos no entienden palabras ni actos altruistas, solo saben traducir todo lo bello y lo auténtico en un pensamiento… «O mío o de nadie más». JP.

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