Asomando el alma al aire

Soplan los vientos y levantan del letargo a las hojas secas del otoño en América; mientras tanto al otro lado del océano, es primavera en París. Ella la hermosa, donde los ojos renuevan su vista a cada paso, recorro las calles de empedrado y miro despacio los anuncios de las marquesinas complaciente y con agrado.

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Recibo una oleada de aromas de flores frescas y me atraen hacia ellas, los mercados hierven de personas rozándose al pasar; cada uno con sus propios intereses mientras la catedral aún hoy sigue oliendo a chamuscado.

Al norte los molinos de viento crujen sus viejos maderos rezumando viejas historias ancestrales de la antigua Holanda; por su lado pasan los barcos deslizándose debajo de la línea artificial de los campos ganados al mar el norte. En todo el mundo hay cambios constantes de estaciones, de paisajes nevados convirtiéndose en sonoros torrentes montañas abajo.

Mientras pienso me pregunto ¿Cómo podría el hombre descubrir que la belleza que nos rodea? Sea natural o manipulada por el humano es para beneficio de todos; es una fiesta constante de vida, de alegría de existencia, de paisajes rojos, de campos verdes, de montañas azules y verde mar, de anuncios nobles pidiendo cuidar el entorno y de cobijo en cabañas de troncos, en hostales de muros de piedra y de salones blancos; de candelabros de plata y aromas de comidas típicas y exquisitas; de escobas de arbustos, de música en alguna ventana donde resopla un saxo, mientras en otra donde una dama canta una sonata vibrando sus cuerdas vocales hasta tocar los corazones extraños, el amor no empieza nunca, porque siempre fue y será la maquinaria que enarbola las banderas de la esperanza y la justicia justiciera de los amos de los universos que sonríen con agrado, porque todo es hermoso y perfecto, puedes mirar a un lado u otro tú elijes pero que sepas que en realidad 

todo ESTÁ BIEN !! JP.