El servicio de mi trabajo

                  El servicio de mi trabajo

Así las horas comienzan a esparcirse por las obras y los talentos registran débiles actos de servicio, entre ellos los que damos pérdidas porque no producimos dinero; solo porque no ofrecemos nada más que un servicio y es el de dar camino al amor, esperanza a los humildes y seguridad a los desahuciados de la sociedad; aquellos que no encuentran razones para seguir viviendo les digo que miren arriba y piensen que alguien nos mira y nos percibe, dentro del corazón está siempre, no precisas dejarle diezmos ni ofrendas, ni penitencias ni sacrificios como andar de rodillas hasta su altar…   cont.white-paper-with-be-yourself-everyone-else-is-already-taken-698324

Eso sería como si un pequeño niño tuviese que pagarle a su madre por cada bocado de comida que ella le entrega o un hijo pagarle a un padre por cada abrazo que reciba o por cada palabra de apoyo. Nos hemos inventado una manera de vivir que no es verdadera y en la que todos participamos de forma activa, excepto los que ya hemos renunciado a seguirla.
En una vídeo conferencia que dí para uno de los canales de You Tube, algunos se molestaron porque en ella ofrecía uno de mis libros. Este libro en especial trae los mensajes que recibí del poder eterno e infinito; es decir del creador o como quieran llamarlo.
El hecho es que algunos comentaron que estaban encantados de haber escuchado mis palabras; que les transmitía esperanzas y sentían que lo que les decía les animaba y entusiasmaba  sentían que decía verdad. Sin embargo otros comentaron  que todo lo hacía para vender mi libro… Como si fuera un pecado el hacerlo, desacreditando todo lo anterior porque lo que viene de Dios debe ser gratuito según decían…
Me pregunto ¿Porqué entonces algunas religiones exigen el diezmo, o donaciones u obligaciones y ofrendas para mantener todo el sistema divino? Porque de lo contrario todo terminaría y no tendrían donde ir a hacer sus oraciones y ruegos. Así como cada hombre ejerce un trabajo sea cuál sea; todos deberíamos recibir un sustento o de lo contrario nos perderíamos para siempre.
Muchos vienen al mundo a hacer un trabajo en el que están obligados ha hacerlo para subsistir y alimentar a sus familias; no pueden elegir  convirtiendo sus vidas en un sacrificio de décadas hasta que se jubilan; otros mejor parados pueden dedicarse a ser autónomos y consiguen una mejor calidad de vida; otros pocos privilegiados se dedican a lo que aman y además reciben unas jugosas ganancias por su aporte.
Otros como en mi caso, no podemos sobrevivir con nuestro trabajo y cuando ofrecemos  un producto leal y transparente, genuino y verdadero que es en definitiva un material exclusivo para ayudar a la humanidad a reencontrarse, a tener verdadera fe y esperanza a través de un libro; se nos tacha de indecentes o falsos porque nos atrevemos a querer cobrar por ello.
Sin embargo somos capaces de hacer largas colas en los almacenes para poder comprar el último modelo de móvil del mercado o hacer colas en las librerías para adquirir el último libro de una saga o de una mágica sociedad inventada.
Nuestro creador nos entrega los dones gratis por supuesto, pero se supone que nosotros también tenemos el derecho irrefutable de cobrar por nuestro trabajo, sin contar las horas que uno le dedica ni los percances cotidianos que nos trae, ni el sufrimiento de ver en lo que nos hemos convertido;  simplemente por ser quien somos y por querer con nuestro aporte ayudar al mundo a mejorar y a despertar de la pesadilla que nos hemos inventado.
Quien tenga oídos oiga, quien tenga ojos vea… JP.

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