Piden pan y no les dan

 Piden pan y no les dan


Para mi que los inviernos largos he pasado, para aquellos que los quiméricos relámpagos aducen que les hablan , para todos los que saben estas cosas, de más está decirles que nadie sabe nada, que los imperios cayeron en desgracias cuando el hombre creyó ser un Dios exagerado y violento; sin resquicio para el perdón ni el amor enlazándolo todo.

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Los primeros maltratados fueron los que hacen las cosas funcionen. Mis respetos a todos aquellos que llevaron adelante las obras y después quedaron olvidados de los libros y de la memoria de los herederos. Nacemos en un mundo distante, donde nadie cree ser parte de todo, donde los apremios siguen entre nosotros y es gracias a nuestro propio egoísmo. 


Porque llevamos la culpa de ser endémicos abstraídos del dolor ajeno, no sabemos oír a casi nadie y cuando lo hacemos, solo esperamos a que termine de hablar para exponer nuestro parecer. Así las cosas resultaron obsoletas, los entramados elegidos por los selectores desembocan uno a uno en lo mismo, en los mismos vicios ,en los mismos deseos de placeres.


Ninguno de ellos lleva culpas encima, todos son perdonados por los pares que desbordan el vaso siempre y que ninguno de ellos lo limpia, dejando detrás solo desastres y derroches.


Palmos de nombres que resuenan en las mismas listas una y otra vez , no importan los apellidos siempre son los mismos, ellos recuerdan a los hombres solo cuando les hacen falta, ninguno de ellos sabe que piensan ni que les aqueja y ninguno les importa en verdad. Partidos de fútbol y mieles asomadas a las timbas o porras; sospecho que ya nadie recuerda que eramos hermanos, los que ratonean en las esquinas apenas sirven de entreactos, porque se llevan las migajas de los oligarcas y de los pendencieros, reprimen el culto o sobornan a quienes les parecen servir.


Ni medios que dejan de servirles ni hombres que piensen en las horas del estado del cielo, los pormenores les sirven siempre de excusas y los que sienten que son capaces de esbozar una sonrisa sin recurrir a ellos son peligrosos y deben opacarlos o desacreditarlos , porque son orgullos que hay que destruir, sienten rechazo por los honores, piden ayudas a todo cristo y no devuelven nada más que pastos secos o retamas de olivos; siniestramente evocan a los astros pero se olvidan de ver si crecen las plantas. Mentiras son su refugio y la impunidad sus muletas; los presos del trabajo, los que sufren largas penas, los que llevan encima de sus espaldas los abastos, no llegan a cubrir sus pies con sus propias mantas, llevan de frío de los albores del cielo, los que peinan las ovejas no son los mismos que llevan puestos sus elaborados y finos sweaters .


Paridos de la misma madre sin embargo somos hombres odiados entre hombres y clavos en los zapatos de los que ganan medallas en el atrio sin méritos.


Más no puedo dejar, mejor no lo sé llevar, llegará la hora en que debamos regresar a casa y sin estas consignas nadie hallará la paz tan ansiada.


Malicia corre por las venas de los estafadores del futuro, los plebeyos son quebranto de alondra y los bellos sentados en la cima.


Más para acabar con ello, solo debes creerte que mereces lo excelso y no lo ruin, ni medio peso ni medio año, soltándote ahora de la amarras insostenibles y de los pobres poderes humanos, frente a los del verdadero ser. Eres y existes gracias a él y a nadie más, lo demás son solo hojas que mañana barre el viento al asensio. JP.


(asensio) 1. m. p. us. ajenjo (‖ planta).





 

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