Tiempo de que el reloj eche a andar


Tiempo de que el reloj eche a andar

Han parado las obras y los hombres regresan a sus hogares, los niños reclaman su atención, pero ellos están demasiado cansados; los soportan en silencio, los animales recuperan las calles solitarias y los astros alumbran como siempre.

                                              Foto de Rakicevic Nenad en Pexels


Sin embargo algo ha cambiado, es diferente el amanecer reemplaza la oscuridad de la noche y despliega sus rayos sobre las ciudades y pueblos, los nombres gastados de aparecer en las noticias siguen estando, pero ahora ya no llama la atención que de sus bocas salgan mentiras comunales, ni que los reprimidos se sientan identificados, nadie los conoce en verdad ni siquiera resultan simpáticos a los suyos; los reprimidos estratos sociales anuncian nuevas medidas cautelares y tú y yo soñamos encima de la alfombra.

Miro las estrellas brillar y pienso en cuantos años he esperado a verles llegar y traer una nueva vida, diferenciada de la hasta hoy nefasta causa sin sentido práctico ni reflejos del amor esencial, entre los bellos recuerdos del destino, me imagino poder acariciar un águila y pasear entre los lobos sin miedo ni recelo.


Partes del organismo intrínseco del celestial universo infinito, donde moran los dioses y las otrora deidades olvidadas de una historia perdida en los tiempos.

Comparo lo que era antes de ser y me veo tan errado, aunque ahora que por fin puedo ver desde hace poco, no renuncio a seguir desde las altas cumbres de la utopía mi verdadero anhelo; conversar con los antiguos que se abren en mi mente y me susurran cosas irrepetibles.

Nacimos entre cortadas carreteras, entre montes arrasados y manglares hoy abarrotados de deshechos; los molinos que antes nos daban la harina para preparar el pan bendito; hace mucho no funcionan y los anaqueles permanecen cerrados a los que tiene hambre y sin recursos, imploran algo que les llene sus estómagos.


 Imposible es una palabra creada por el hombre, sin recuerdos ni memoria de su jornada  primera, donde pisar la hierba era un disfrute y mirarnos a los ojos era alegría compartida, donde los cascos de los caballos corrían libres por los prados. Sumidos en una encrucijada dialéctica, donde se dice lo que no se siente; pero se siente lo que no se dice. No obstante debemos actuar como si nada y responder "Bien" a la pregunta ¿ Cómo estás?...

¿No es patético? Sujetar el corazón en tu pecho como un caballo brioso mientras todo te impulsa en tu interior a soltarte las riendas.

Aquí hemos llegado, al final nos damos cuenta que no es verdad vivir sin pensar, convivir sin sentirlo, establecer sin confianza; buscamos siempre la seguridad y nos deslomamos por eso, pero no lo conseguimos nunca porque siempre alguien roba tu ropa y te deja desnudo ante la sorna de otros ladrones y víctimas, porque quien roba y solo roba tiene su precio y pagará en la salida. ¿Pero tú que eres víctima también lo haces aunque lo disfraces con la excusa de que hay que espabilarse y aprovechar las oportunidades de tomar lo que se pueda, aunque no sea tuyo, aunque no lo hayas ganado con tu esfuerzo. 


Todo rima contra todo, lo bueno con lo malo, lo feo con lo bello, lo insignificante con lo majestuoso. Porque nadie cree en si mismo y porque nadie ve si las cuentas que llevas no son limpias, todos lo hacen, todos lo piensan o lo intuyen, pero todo se calla, se dibuja una sonrisa de maqueta y seguimos entregados al acto del silencio cómplice y clandestino, estigmatizado por todos nosotros.

Fútil la vida sin tu estrella, inservibles las obras de los suntuosos palacios vacíos de auténtica bienvenida a todo ser humano; sin sentido la escafandra que llevamos para seguir respirando y viviendo, o mejor dicho sobreviviendo.

¿No crees que ya es hora? El reloj comienza a andar cuando por fin decidas hacer lo que debes ser no ser lo que parece ser sin alegrías ni paz en tu propia alma. JP.





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