Poder decir lo que sirve, es solo un paliativo

Poder decir lo que sirve, es solo un paliativo

Poder decir lo que sirve es solo un paliativo, de nada sirven las palabras sin los actos prácticos, levantar las anclas de la esclavitud es difícil ya que casi nadie piensa que se  puede, solo intentan acomodarse en sus fondeaderos; los amigos de los hornos calientes que queman y funden esperanzas cada día siniestramente coartando las voces de los hombres honrados y honestos, deslizan perlas falsas y nutren de veneno invisible a sus hermanos; por tantos inocentes que caen y pagan con sus vidas los escarnios y las tretas para descarnarlos.

 Sobre todo los convencen con mentiras que llevan al desastre donde hunden sus naves.
Las naves de la solidaridad, de la credibilidad, de la honestidad y la savia que brota de sus puros corazones heridos.
Nativos de la luz como todos, que ciegan sus ojos con escritos vulgares, con historias de cuerpos sin almas que deambulan por las calles siniestras sin esperanzas, matándose unos a otros sin sentido y sin pesares, sin conciencia y sin piedad, luego pretenden que respeten sus vidas, viviendo  enclaustrados y custodiados las veinticuatro horas, pasajeros de la vida que reniegan de la belleza, de la sangre pura y con conciencia velando por los salvatajes cotidianos de sus miserables vidas.
Paraíso real el que pisamos, vestigios de una era bárbara; se suponía que a estas alturas de la civilización, con todos los adelantos científicos y técnicos que también existen. Ya podríamos disfrutar de un entorno y una igualdad coexistente y pacífica. Nada más lejos de todo eso, nada más absurdamente obsecuente, la sociedad de hoy solo desea esquivar las miradas y de soslayo mira quién puede atacarlos o estafarlos o engañarlos. Porque nadie confía en nadie, porque más que demostrado está que este sistema ha fracasado, donde cualquiera puede ver a diario las injusticias cometidas por los que tienen los poderes, capando a sus anchas; mientras los que menos tienen suplican un trozo del pan que ellos acopian y niegan; todos lo sabemos, todos somos testigos y cómplices de cómo se manipulan y esquilman los esfuerzos de los puros.
Sin embrago muchos por ese mismo mendrugo de pan, han llegado a los límites de lo digno y ya casi ni importa como lo consigues, con qué medios o con quienes has tenido que prostituirte y claudicar para lograrlo, aunque mañana debas volver a hacerlo para seguir subsistiendo. Todo es válido siempre y cuando no te casen, si eres lo bastante pillo o astuto eres valorado; si no lo eres significa que eres un imbécil que no mereces la vida.
Los valores invertidos, los sentimientos ignorados, los justicieros comprados, los productivos vendidos por casi nada; los talentosos recorren buscando puertas que se abran, que les permitan dejar sus grandes y útiles ideas o proyectos, encontrar eco en la mayoría para poder seguir creciendo y aportando para mejorar el mundo y nuestra sociedad;  los que los ven miran hacia otro lado, los que no tienen ideas son los que aprovechan su oportunidad para ordeñarlos, hombres y mujeres increíbles y talentosos que son tratados como monos de circo; mientras los orcos se llevan los laureles y las coronas son puestas en sus cabezas sin merecerlas.
Por eso no sirven las palabras, no sirven los cómplices ni tampoco los conformistas egoístas que se hacen los ciegos y los sordos ayudando a engordar las cuentas de los ogros en sus bancos.
La mentira ha llegado para enquistarse en todo el mundo, reina llena de los mejores brillos y los mejores manjares, pertenece al reino del odio, de la envidia, del ignorar los derechos que por herencia hemos obtenido. No es posible sobrellevar tanto desprecio por la vida, por los pobres inocentes, por todos los niños caídos, solos llorando en las calles, desesperados y confundidos. ¿Dónde están los brazos que los cubren, donde encontrar el amor y la misericordia para poder descansar sus corazones batidos?
Aún podemos ayudarlos y salvarlos y salvarnos, no es verdad que no es posible, no es verdad que depende de gobiernos, ni religiones, ni de milagros benditos; todos y cada uno de nosotros tenemos las herramientas para llevarles asilo, querer darles esperanzas, acurrucarlos en los brazos y entregarles lo más íntimo de nuestra raza, la de verdad y por la que hemos vivido. Somos una humanidad descreída, hastiada, manipulada y sometida; por un mendrugo de pan, por no saltarse las vallas, por no despertar del olvido;  no somos zombis, ni vampiros, ni hombres lobo ni pillos  con billetes para la eternidad; somos almas en cuerpos de carne y huesos; pero también somos héroes que hemos sobrevivido, luchando por llegar a esta vida, con la promesa auténtica y la orden de ser felices, amigos, compañeros y sobre todo unidos.
Esa es la verdad que nos empaña, la que no quieren que veas, la que sirve y no se acaba y que algún día regrese y haga de este mundo un lugar de paz, de humanidad y de feliz servicio.

Gracias por haber venido. JP. 16 Setiembre 2017

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