Un lugar donde nací.
Un lugar donde nací.
Un lugar donde lo certero es manejar los informes y saltarse las condenas, donde un pueblo elegido pasó a ser el enclave de un régimen militar, donde los alumnos aprenden lecciones de ¿Cómo escaquearse de lo íntegro sin importar como obtengas tus notas para diplomarse? Un lugar donde ganar es lo que sirve, no importa como siempre y cuando lo logres, todo esta bien.
(El fin justifica los medios...)
Foto de: https://www.pexels.com/es-es/@eberhardgross
Un lugar donde nací y que llevo muchos años renegando del sistema que enfermó a toda la humanidad, donde los hombres rechazan decir la verdad, porque así logran más seguidores, donde los amigos de lo inepto se relamen viendo como los hacen héroes por descalificar a otros que son rectos, difamando y ridiculizando llamándolos tontos.
¿Por qué la razón no es la verdad y la verdad no tiene la razón? Siempre fue una mentira disfrazada, aunque lo más absurdo es que la mayoría lo sabe, pero hace como que no pasa nada y lo aplauden como un listo más.
Un lugar donde triunfa la ignominia y los elegidos caminan descalzos por las calles, mientras los perfumes envuelven en hermosas sedas a los déspotas y engañadores.
¿Por qué? Se ceban contra los inocentes, y nadie los defiende más que su propia fe.
Cambio de planes que llevan a la destrucción del alma. ¿A quién le importa?
¿Si importa por qué entonces? Seguir aplaudiendo a los perversos, sabiendo que lo son sin duda, basta ver sus acciones y de como lograron sus éxitos.
Peor es el hombre que vende su alma por unas monedas que los que son de alma oscura y que disfrutan de ver quienes besan sus pies, aunque sea por una mísera paga. Ellos no tienen remordimientos. En cambio los vendidos, se llenan de odio y resentimientos deseando verlos caer sin falta, sobreviviendo sin fuerzas ni esperanza y deseando como un triunfo morir con sus estómagos llenos.
Nací en un lugar maravilloso, lleno de vida y de hermosos paisajes, de un sin fin de animales y de verdes prados, inmensos mares e inmensas montañas nevadas.
Hoy lo hemos cambiado y casi logramos destruirlo, pero hay una ley que es mayor que todos los apellidos, los títulos y los poderosos.
Una ley universal que determina desde donde y hasta donde el hombre puede utilizar y disponer sin reparos.
Cuando al final caiga el telón y los actores salgamos a recibir el justo veredicto, no del hombre sino el verdadero juicio; no quiero que mi vergüenza enrojezca mi rostro, quiero poder alzar mi cabeza sintiéndome satisfecho con mi consciencia, mi trabajo y mi espíritu.
Por haber sido agradecido y leal al que puso mis pies sobre esta pura y perfecta tierra. JP.
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